viernes, 20 de octubre de 2023

Hospitales de Gaza, siglo XXI

Ahora que los terroristas islámicos (posiblemente, una de las peores calañas que ha parido este planeta desde hace miles de millones de años) son capaces de recontar cientos de cadáveres de entre los escombros de un hospital de Gaza en cuestión de minutos, siempre con la ayuda inestimable de los medios progresistas, cuyos plumillas, bien repantigados en cómodos sillones de escritorio, otorgan en milésimas de segundo las atrofiadas mentiras terroristas, ahora -digo- es momento de seguir abochornando a ese borreguismo patrio e internacional teñido de puño y rosa que no deja de propagar las bobadas propias y ajenas, para vergüenza de unos pocos y obcecación de otros muchos, con tal de que encajen bien en sus concepciones mentales. Como no encaja que la explosión proviniese de un artefacto disparado desde la propia Gaza. Pero, para entonces, los esputos ya habían sido expectorados. 

Lo cierto es que apenas queda ya prensa alguna, escrita o internetizada, que imponga una praxis de dignidad, seriedad, rigor y alguna tiesura en sus escritos. Si echan un vistazo, da vergüenza comprobar cuánta basura y mediocridad incorporan en sus contenidos, si bien es cierto que aún es más vergonzoso comprobar cómo la basura suele registrar los índices más altos de lectura por parte de los leyentes. Y no me estoy refiriendo solo a esta situación de hodierno en suelo patrio, donde el sentimiento antiisraelita es pieza común en la oratoria de izquierdas, aunque no menos que en otras partes: ahí tienen ustedes a los franceses del tal Mélenchon, encantadísimos con las decapitaciones de bebés judíos, o los afanes antiimperialistas y prohamaístas de la más inútil vicepresidenta del conjunto de vicepresidentas en funciones que no funcionan, y nunca lo han hecho, en el desgobierno de las sancheces continuadas. Y Palestina, o mejor dicho, los palestinos, especialmente los de la franja de Gaza, que se yergue junto a un Egipto que no los quiere ni en pintura, pese a ser árabes (tampoco los dejan entrar en Arabia Saudita, no vayan a creerse), son el aderezo perfecto para la vorágine anticapitalista y antiimperialista de quienes la tienen tomada con Estados Unidos desde que surgió (y eso que es una democracia, lo mismo que Israel). Pero como este conflicto es difícil de entender, de tan incardinado como se encuentra en las proclamas meningíticas de unos y otros, y es tan tumoral e irresoluble, lo mejor sigue siendo agarrarse a él por donde se pueda y usarlo para sacudir estopa a judíos y yanquis, que los árabes y musulmanes, conocido es, son todos seres sufrientes y próvidos, incapaces de mal alguno. 

Por si no lo recuerdan, algo parecido sucedió hace ya muchos meses, demasiados, cuando Rusia quiso invadir Ucrania, desencadenando una guerra en el mismísimo intestino europeo, ante las que los defensores del terrorismo islámico ya exhibieron su cordura pidiendo a los ucranianos que se dejaran matar, así de fácil, para no empeorar las cosas. Defensores que, mire usted por dónde, están en el Gobierno (ahora en funciones) y presumiblemente seguirán en el mismo cuando la situación amnistiada se resuelva en favor del tiranillo de vía estrecha que nos quiere seguir desgobernando.