viernes, 21 de abril de 2023

Bruselas y la pertinaz ceguera

Como hace muy buen tiempo esta primavera, y apenas llueve en este mes de abril (el de las aguas mil), usted tendrá una excusa más para avalar la lucha contra el cambio climático y el objetivo europeo de emisiones cero para 2050, algo que dista sólo 27 años (si alcanzo esa fecha, seré un octogenario refunfuñón, ya lo advierto). Casi tres décadas es mucho para cualquiera de nosotros, aunque luego digamos que se pasan en un suspiro. De ahí que seguramente piense que podemos lograrlo, podemos dejar un planeta más verde a nuestros hijos y nietos.

Pues no. Como informa la Agencia Internacional de la Energía, cada año consumimos más petróleo y más gas y carbón, con las solas excepciones de cuando Lehman Brothers (2008 y 2009) o el Covid, ese bicharraco que ya nadie recuerda (2020). Si midiésemos la energía en toneladas de petróleo, tendríamos que el año pasado quemamos más de 6.700 millones de toneladas de crudo.  Ese mundo verde propugnado por muchos, especialmente por los más ricos, solo se podría conseguir construyendo diariamente miles de aerogeneradores, millones de paneles solares, o el equivalente a una central nuclear diaria. De modo que vamos bien. Tendremos que irnos al mar para poder desplegar en tierra tanta producción de energía renovable. Tan titánica tarea a algunos les parece factible (y miro a los de Bruselas) y a otros les parece tan irremediable que nos regañan todos los jueves (como la chica esa gritona que cruzaba los océanos en catamarán). 

Todo esto viene a cuento a causa de la aprobación en el Parlamento Europeo en el aumento fiscal y normativo de los derechos de emisiones. Poner una fábrica en marcha será más caro. La gasolina será más cara (mientras haya, claro). El gasoil de las calefacciones será más caro. El pellet será más caro porque, siendo renovable, no va a ser el tonto que se quede atrás en a cuenta de resultados. La luz será más cara, aún más que ahora. Todo lo importado por mar será más caro. Y volar en avión será igualmente más caro. Lo más barato, quedarse en casa, poner una estufa de leña que sirva también de cocina, alumbrarse con cera o directamente, morirse. A este arreón inflacionario que vendrá cayendo más pronto que tarde, añádale usted los impuestos viejos y nuevos del fisco, porque el planeta ha de ser más verde y más woke y más solidario. 

Así son las “cosas chulas” que dicen algunos cada vez que abren la boca, porque para otra cosa (decir cosas sensatas) no sirven. Chulas y disparatadas. Europa acabará despareciendo. Se lo digo yo.