viernes, 14 de mayo de 2021

La liga de los superhéroes

Hace unos días me llamó la atención que los grandes mandamases del balompié lamentaran la enormidad de las deudas que arrastran, al punto de encontrarse a un tris de la quiebra. Para ser el deporte rey, ese reino se sustenta en débitos. Entonces, ¿por qué pagan esas millonadas a los jugadores? ¿Esperaban un retorno que nunca se ha producido? Pero: la deuda existe porque alguien les está prestando, o ya habrían desaparecido. ¿Quiénes son los insensatos que invierten en juego tan ruinoso? Las lamentaciones futbolísticas a las que me refiero trataban de justificar la creación de un Universo Marvel solo para los superhéroes del balón. A mí la idea, en sí, me parecía magnífica, y por varios motivos: uno, que todo eso de la FIFA y la UEFA me parece un tinglado pasmoso; otro, que no es lo mismo ver jugar al Salamanca que al Barça; y luego, que eso de la socialización y democratización del fútbol es la chorrada más colosal que se ha dicho en mucho tiempo (primero que se democraticen los otros partidos, los políticos: no te giba…)

También descubrí que existe otra liga, pero encubierta y de supervillanos: la juegan los banqueros y sus ejecutivas retribuciones. Esta me parece terriblemente inquietante. La de millones que cobran incluso cuando lo arruinan todo, que suele ser cada cierto tiempo. Sin saber dar patadas al balón, talento que no todos tienen y no puede adquirirse, se forran igualmente pese a que las cosas vayan mal dadas para todo el mundo y sus goles signifiquen la ruina de muchas personas. Puestos a ser obscenos, ellos los primeros. Por eso digo que son los villanos de la película social en que nos tienen metidos. Cuanta más plantilla ajustan y menos crédito conceden, más ganan. El mundo al revés. Los futbolistas cobran según el mercado: en el caso de los banqueros, cobran de acuerdo a ellos mismos. Un cártel como la copa de un pino. Algunos braman en contra tratando de limitar sus sueldos por ley, pero pocos se acuerdan de que no hay mejor herramienta para moderar los sueldos que la ampliación de tipos y tramos en el IRPF. Póngale usted a uno de esos encumbrados un 90% de mordida y verá qué rápido se conforma con un yate menos.

Me dirán que se recaudaría solo un poco más. Pero vale la pena añadir esa lírica ahora que nos quieren estrujar a impuestos. Siquiera por equilibrar el debate: que desde el Congreso se hable de rentas altas aludiendo a 60.000 euros es constatación de que en este país algunos han dado por perdida la batalla de las estrellas demasiado pronto.