Dos
contra uno… Nos quejábamos de niños cuando se interponían dos contrarios al
regate. Julio César explicó que para desemboscar un soldado se necesitan tres
por la otra parte. ¿La mayoría puede a la minoría? No, no es verdad. No al
menos en el mundo del mercado y los negocios. En España hay 800.000 productores
agrícolas y solo 10 grandes distribuidores: ganan estos, por goleada. La fruta
que usted y yo comemos cuesta un 15% más cara que en 2005, pero al agricultor
le han bajado el precio en el mismo periodo un 25%. Cuando el supermercado
lanza una oferta en las naranjas, con frecuencia lo hace por debajo del precio
de coste, y el marrón se lo endiña al que las ha cultivado y recogido. David
nada puede frente a Goliat. Son casi un millón de davides y están perdidos.
Lógicamente, han salido a la calle a protestar.
La
España menguante, la del campo, ocupa la mitad del territorio, espacio que
ocupa solo un 15% de la población del país. La España creciente no deja de
ganar ciudadanía, siete millones en 20 años, y la España menguante no deja de
perderla (en mi terruño de las Arribes solo queda una niña de 15 años, nacida
pocos días después que Queco). Aquello en lo que trabajan, criar corderos y
terneros, apenas supone el 10% del PIB. ¿Quién les va a tomar en serio? En mi
pueblo ni siquiera hay un mísero bar. Y ya les cuento lo que supondría aspirar
a disponer de un comercio online de algo con la paupérrima velocidad que
alcanzan allí las redes telefónicas. Si hablamos de infraestructuras, ya saben
dónde no encontrarlas.
Cada
vez que un partido nacionalista consigue capacidad de poder frente al Gobierno,
la España menguante se echa a temblar. Incluso los que votan al partido ganador.
No veo a Urkullu (y a ningún presidente autonómico con poder) negociando una mejor
política agraria para Extremadura o Castilla. Y, lo que más duele, no veo al
Gobierno central ejerciendo su responsabilidad para mejorar a aquellos
territorios de los que no depende (ojalá me equivoque). Si anteriores mayorías
no se ocuparon de los menguantes, ¿por qué diantre habría de hacerlo una
coalición tan interesada en ellos mismos como la actual que gobierna?
No
es el SMI. No son los carburantes ni tampoco las cotizaciones sociales. Es el
carácter menguante de esa mitad de España que se queda sin gente, por donde no
pasan las caravanas electorales y los asesores áulicos hace tiempo que se
olvidaron de su existencia, aunque algunos proviniesen de ella.