Si
piensan que voy a hablar de comida basura, por favor vuelvan a echar un vistazo
a las páginas de internacional aparecidas en prensa durante estos últimos días.
Y, solo entonces, sigan leyendo: de lo contrario, no sabrán qué les estoy
contando ni por qué encabezo esta columna sin genitivo sajón.
Cuando
era joven (algo de lo que ha pasado ya muchos años, pero con la edad uno
descubre que el tiempo incluso medido en siglos comienza a achicarse de manera
indefectible, como si despertase dentro de uno el sueño de la inmortalidad), el
Sinn Fein, un partido político nacido a principios del siglo XX como
nacionalista, pero rápidamente virado al independentismo, era considerado el
brazo político del grupo terrorista IRA, nacido en el umbral de los años 70,
cuya espantosa siembra de muertes y sangre aún ensombrecen el viso de
cualquiera que eche la vista atrás y obligue al cerebro a recordar.
Violento
para muchos, populista para otros, el controvertido partido del que todos (los
demás) reniegan como si fuese la peste, acaba de empatar técnicamente con el
vencedor de las elecciones del pasado domingo en Irlanda, el conservador Fianna
Fail. De hecho, ha obtenido más escaños que el partido saliente, el
democristiano Fine Gael, tercero ahora en discordia. Lo han tildado de
revolución. De sorpresa mayúscula. Las elecciones municipales del mes de mayo
pasado fueron un batacazo. Pero… han resurgido.
Por
absurdo que parezca, la campaña del Sinn Fein no ha estado centrada en la
reunificación de Irlanda, que es para ellos asunto clave, tan clave como que
desean que se produzca en cinco años, sino en cuestiones sociales y pragmáticas
como son las deficiencias del sistema sanitario, el precio de los alquileres o
la escasez de viviendas, asuntos todos ellos que han obrado el milagro de la
resurrección política al manejar con inteligencia las expectativas del
electorado más joven. No olvidemos que Irlanda crece al 5%, es un milagro
dentro de la Unión europea, pero los irlandeses piensan que esos porcentajes no
tienen nada que ver con su bienestar.
Al
frente del Sinn Fein se sitúa una conversa, antes conservadora y ahora
separatista de izquierdas, Mary Lou MacDonald, mujer muy carismática, especialmente
moderada (dado el entorno en el que se desenvuelve), y brillante en su lenguaje
claro y directo. ¿Reunificación? No en la campaña. ¿Para qué? El regalo del
Brexit es la mejor hamburguesa para hacer agua en las bocas que llevan soñando
cien años por una Irlanda definitivamente unida.