viernes, 14 de febrero de 2020

MacDonald


Si piensan que voy a hablar de comida basura, por favor vuelvan a echar un vistazo a las páginas de internacional aparecidas en prensa durante estos últimos días. Y, solo entonces, sigan leyendo: de lo contrario, no sabrán qué les estoy contando ni por qué encabezo esta columna sin genitivo sajón.
Cuando era joven (algo de lo que ha pasado ya muchos años, pero con la edad uno descubre que el tiempo incluso medido en siglos comienza a achicarse de manera indefectible, como si despertase dentro de uno el sueño de la inmortalidad), el Sinn Fein, un partido político nacido a principios del siglo XX como nacionalista, pero rápidamente virado al independentismo, era considerado el brazo político del grupo terrorista IRA, nacido en el umbral de los años 70, cuya espantosa siembra de muertes y sangre aún ensombrecen el viso de cualquiera que eche la vista atrás y obligue al cerebro a recordar.
Violento para muchos, populista para otros, el controvertido partido del que todos (los demás) reniegan como si fuese la peste, acaba de empatar técnicamente con el vencedor de las elecciones del pasado domingo en Irlanda, el conservador Fianna Fail. De hecho, ha obtenido más escaños que el partido saliente, el democristiano Fine Gael, tercero ahora en discordia. Lo han tildado de revolución. De sorpresa mayúscula. Las elecciones municipales del mes de mayo pasado fueron un batacazo. Pero… han resurgido.
Por absurdo que parezca, la campaña del Sinn Fein no ha estado centrada en la reunificación de Irlanda, que es para ellos asunto clave, tan clave como que desean que se produzca en cinco años, sino en cuestiones sociales y pragmáticas como son las deficiencias del sistema sanitario, el precio de los alquileres o la escasez de viviendas, asuntos todos ellos que han obrado el milagro de la resurrección política al manejar con inteligencia las expectativas del electorado más joven. No olvidemos que Irlanda crece al 5%, es un milagro dentro de la Unión europea, pero los irlandeses piensan que esos porcentajes no tienen nada que ver con su bienestar.
Al frente del Sinn Fein se sitúa una conversa, antes conservadora y ahora separatista de izquierdas, Mary Lou MacDonald, mujer muy carismática, especialmente moderada (dado el entorno en el que se desenvuelve), y brillante en su lenguaje claro y directo. ¿Reunificación? No en la campaña. ¿Para qué? El regalo del Brexit es la mejor hamburguesa para hacer agua en las bocas que llevan soñando cien años por una Irlanda definitivamente unida.