sábado, 7 de septiembre de 2019

Bloqueos estériles

Mientras viene llegando septiembre, y las noticias profieren lastimosos testimonios políticos cargados de atolladeros, bloqueos y otros impedimentos, en Costa Rica, donde me encuentro, cae una lluvia atronadora. En la estación de las lluvias, invernal, de un invierno de temperatura exquisita y humedad muy alta, el agua cae del cielo con puntualidad inconmovible. Acaso por esta causa y sus muchos efectos, los turistas regresan de este país con alabanzas admirables de la prodigalidad y verdor de este país tropical, donde el color que los daltónicos contemplamos mal lo llena todo. 

Hace unos meses les comenté algo parecido desde estas tierras adonde he regresado para materializar un proyecto profesional que me está resultado muy grato. Los ticos (así se denominan a sí mismos los aquí nacidos) conforman una nación de formas pacíficas que soporta, con mucha paciencia, un retraso secular en todo aquello que por el Viejo Mundo disfrutamos sin advertir gran cosa sobre ello. Almorzando con mis clientes, me comentan que ayer mismo se puso fin a una situación injusta que llevaba años sucediéndose sin que nadie pusiese remedio: por fin se materializó en su Parlamento un proyecto de ley para que las huelgas dejen de estar retribuidas. ¡Quedo admirado! ¿Hacen huelga y siguen cobrando como si tal cosa? ¡Qué maravillosa propuesta para los viejos sindicatos! Llevaban los maestros costarricenses muchas semanas de huelga en estas condiciones, y el fisco sorprendió a muchos de ellos en Miami, en Europa o Estados Unidos, solazándose en pleno conflicto laboral. Fue la gota que colmó el vaso de la infinita paciencia tica. La ley se aprobó por mayoría y el pueblo piensa que se regresa al buen camino. Los maestros desleales han sido expedientados y despedidos de su puesto estatal. 

Las situaciones de bloqueo suelen derivar en pingües beneficios para unos pocos e ingentes sacrificios para la inmensa mayoría. Es lo que viene sucediendo en España con un Gobierno que no se acaba de formar por múltiples razones o en el Reino Unido con un Brexit que ya ha atravesado casi todos los escenarios posibles, incluido el del tal Johnson. Y mientras todo eso ocurre, y nada se despeja (al igual que tampoco despejan las tormentas vespertinas en este paraíso vegetal donde me encuentro) la vida continúa y sigue abarcando mucho más de lo que nuestros ojos contemplan, con independencia del lugar en el que nos encontremos. Huracanes e incendios planetarios mediante.