viernes, 12 de julio de 2019

Trump, el lioso

Se lo resumo. Uno ha dicho (en un informe filtrado): “Trump es inepto, inseguro, incompetente y disfuncional (como presidente)”. El otro ha replicado (en Twitter): “(Fulano) es chiflado, estúpido e imbécil pomposo”. Nótese que la enjundia se encuentra en los paréntesis. La diplomacia, existente desde la Paz de Westfalia, con sus valijas inviolables y sus secretos profundos, se ve contrapuesta hogaño por el uso indiscriminado que de las redes sociales hacen los mandatarios (no solo Trump) al enterarse de las informaciones por los servicios secretos o la prensa. Y en las redes sociales ya se sabe hay millones de idiotas que hablan sin cesar, con fama o sin ella, con razón o (lo que es habitual) sin ella. Que los mandamases se unan a esta sedicente democratización de las opiniones, dibuja con realismo verídico el nivel intelectual de nuestras élites.

Sé por experiencia que no hay nada tan goloso como las confidencias. Cualquier cosa dicha en discreción acababa tornándose vox populi con el tiempo. Tal es el afán de nuestra curiosidad humana. Pero lo que no parece de recibo es devolver las pelotas de la diplomacia en la vía pública, porque ahí ningún gobierno está exento de culpa (ni falta que hace). Supongo que el señor que habita en la Casa Blanca es consciente de los sentimientos que desata su persona y, como los borricos en la noria, pretende librarse del sambenito tirando aún más del arreo. Todo muy confuso, como la que esparce Trump en sus políticas con Teherán, puestas en entredicho por quien ha tildado de pomposo; o en sus relaciones peligrosas con Kim Jong-un, poseedor de bombas nucleares; o en las turbias negociaciones qataríes con talibanes afganos, nidos de cucarachas (terroristas).

En fin. Que las cosas con los Trump se dirimen siempre a la vista de todos. Como cuando su esposa se encaró (por Twitter) con quienes criticaban la puntillosa y desvelada presencia de sus eréctiles pezones bajo un vestido blanco en plena conmemoración del Día de la Independencia. Encaramiento para el cual encuentro todo el sentido hacerlo en público (como hicieron los detractores). Pero digo yo que unos senos egregios no son tema de política internacional, sino de rumiación en el bar. Confundirlo todo es arengar hacia la confusión y el lío. Los vericuetos de las relaciones diplomáticas son lo suficientemente importantes como para sentir la responsabilidad de esquivar la tentación de rebuznar donde no se debe. Con sujetador o sin él.