viernes, 7 de septiembre de 2018

Perediano

Muchas vueltas ha de dar el mundo para que el nombre de Pedro Sánchez no evoque en mis meninges al protagonista de la obra homónima de Pereda. Es posible que no la conozcan y de ahí que les recomiende su lectura, porque es magnífica de principio a fin, no como la triste realidad que nos atrona.

Y no, no me refiero a las decisiones económicas que se enarbolan cual orientación político-moral para desvalijar, crear pobreza, despreciar el esfuerzo de todos, reescribir el pasado, etc. Al fin y al cabo, gentes hay en suelo patrio a quienes estas contribuciones suenan a gloria: allá ellos. Me refiero abiertamente a las inminentes experimentaciones cuasi bolivarianas y al listado interminable de condiciones que la también interminable cola de enemigos imprescindibles le ha estampado en la cara al señor poco perediano que ocupa el trono gubernamental. Fíjense en la ocurrencia de desentenderse del Senado por quítame allá un estorbo en plan venezolano. Uno siempre se ha declarado en contra de la inutilidad de esta institución, pero caramba, las formas cuentan incluso para finiquitar un edificio amparado por la Constitución…

Otra triste realidad es la de 84 diputados perplejos por la brutal carga de nepotismo, revanchismo y díscolas pretensiones, al margen de notorias inmadureces propias de improvisadores, en que se ven rodeados. Y si no es asombro lo que los representantes socialistas sienten, seguramente sea vértigo al comprobar, día a día, cómo la única acción de gobierno en la Moncloa consiste en estirar el poder no obtenido en las urnas mediante cambalaches con los independentistas de todo cuño y los neocomunistas de la izquierda más recalcitrante que jamás haya parido madre. Otra magna y señora brecha sangrante en pleno corazón de un Estado que se va haciendo añicos desde tiempo ha…

Esto de ser una democracia y que haya tan pocos demócratas en los entresijos del poder tiene su aquel. Y es un aquel que no conoce de lados políticos: todos hacen lo mismo o, mejor dicho y con mayor precisión, las acciones que eligen ambos lados son justo aquellas orientadas a enturbiar la democracia y convertirla en estricto papel higiénico, y ya saben ustedes para qué sirve.

El Pedro Sánchez perediano regresó a la tierruca con fracaso a cuestas y la Historia alrededor desbocada. Al que duerme en la Moncloa se le ve incluso incapacitado para enterarse de cuáles son las costuras difíciles que una vez nuestras cosueñas hilaron. Triste lamento.