viernes, 18 de mayo de 2018

Las mesas pequeñas

En Panmunjon, Kim y Moon se sentaron en mesas pequeñas. Son herederos de una guerra civil, convertida en conflicto internacional, de setenta años. Se dice pronto. Técnicamente, las dos Coreas están en guerra, divididas por un Armisticio suscrito en 1953. Por eso, que Kim Jong Un y Moon Jae-In se abrazaran y dialogasen un día entero sobre asuntos relevantes fue una extraordinaria noticia que muchos leímos sin asignarle la importancia debida.
Tanta violencia y tanta tragedia y, de repente, el alivio. Ambos países han deambulado de manera antitética. Corea del Sur posee universidades excelentes, exporta tecnología y conocimiento, las gentes sonríen por la abundancia y riqueza que atesora su país y son un lugar clave del mercado internacional. De Corea del Norte sabemos muy poco. Que es una dictadura, que es un país medieval, que sus gentes viven bajo la amenaza constante… De Corea del Sur tenemos un conocimiento preciso y de Corea del Norte tan solo unos cuantos mitos y leyendas recubiertos de tenebrosidad.
Llevan negociando desde principios de los 70. En varias ocasiones, la carrera nuclear del Norte hizo prever el desastre final. ¿Ocurrirá ahora igual? De momento la Zona Desmilitarizada y la Línea Límite Norte continúan vigentes. Rusia ha quedado fuera de Panmunjon, pero resulta impensable un acuerdo de paz sin su concierto. Es tanta la prolijidad de lo que supone la paz entre las dos Coreas, que la mesa pequeña de los diálogos va a necesitar ampliarse a China, Rusia y, por supuesto, Estados Unidos. Este Donald será lo que quiera ser, allá él, pero sus buenas relaciones con Putin, lo que consigue con China y este impulso al acuerdo de paz de las Coreas nos hacen callar la boca a muchos de sus detractores.
En Corea del Sur conocen bien los gulags y las cárceles del Norte. Llevan muchos años infiltrando agentes como para no disponer de un conocimiento profundo de su dictatorial hermano. Supongo que es recíproco, no es casual que de los desertores norcoreanos el país sureño nunca se haya fiado totalmente. En cualquier caso, aún no ha trascendido el contenido de las conversaciones de la mesa pequeña, pero todo hace presagiar que solo se abordarán temas generales. Los detalles son engorrosos y pueden corromper las buenas intenciones. Y no los necesitamos, la verdad. Necesitamos que este proceso llegue a buen fin.
Quizá por esto a Trump le acaben asignando el Nobel de la Paz. A Obama se lo dieron solo por las intenciones.