viernes, 11 de mayo de 2018

Hastío catalán

Que un asunto reaccionario como el del independentismo catalán siga copando los medios nacionales e internacionales me produce tanto estupor como hastío. El relato, que dicen ahora, de los que reclaman la independencia de Cataluña es estúpido e ilusorio, pero avanza en su comunicación pertinaz (pese a las improvisaciones de acuerdo al tempo de lo que sucede) y nada parece frenarlo. Menos aún quien tiene la responsabilidad de asegurar el orden constitucional, porque si hay un calificativo con que pueda adjetivarse al gobierno monclovita es de incapaz, o simplemente incompetente. Tanto 155 para tan poco. Los políticos contrarios a la secesión que se baten el cobre tanto en el Parlament como en la calle me parecen héroes surgidos de las profundidades de la libertad. Y, sin embargo, ya ven ustedes: en medio mundo la voz de los independentistas es ejemplo de modernidad y democracia ante un Estado represor.
Lo que causa hartazgo en el caso catalán es la impasibilidad funcional de un Gobierno que no se sabe bien qué defiende ni para qué, y de una oposición mayoritaria en el Parlamento que está a verlas venir como si en las plazas del noreste peninsular todo estuviese transcurriendo sin sobresaltos. Hay quien dice que la causa del éxito catalán se encuentra en la movilización de la sociedad civil catalana que sueña, día tras día, con un estado independiente. Es posible, aunque las movilizaciones, por vocingleras que sean, si no tienen fundamentos intelectuales profundos o simplemente ha pasado un tiempo, se desactivan. Encuentro verosímil que el independentismo esté ejerciendo de dinamizador para unos medios de comunicación muy cuestionables en cuanto a calidad y responsabilidad, y una masa social que se encuentra indignadamente divertida con las burdas manipulaciones propagandísticas que provienen de Cataluña o Bruselas o Berlín (que ya no sé dónde para el inefable Carles). Hasta el momento, las mejores réplicas ideológicas o políticas del fugadísimo y su cohorte provienen del Parlament y de políticos extranjeros: como si a los patrios les pareciese oprobio replicar las sandeces del que huyó en cuanto sintió la trena preparada para él.
En fin. Quiero ir cerrando este capítulo, si me dejan (no sé quiénes). Hoy me hubiese apetecido hablar de la sorprendente paz que se está engendrando entre las dos Coreas (mire usted cómo el Donald puede acabar recogiendo el próximo Nobel de la Paz). Pero lo dejo para la próxima semana. Palabra