viernes, 23 de mayo de 2014

Yo me abstengo

No pienso ir a votar este domingo. Por varias convicciones.

La primera, que tengo al Parlamento Europeo por una suerte de Senado. Dícese, una cámara donde alguien sigue a pies juntillas las órdenes del respectivo grupo político, gana más de quince mil euros mensuales entre salario, gastos y ayudas al transporte (en business, claro), y no hace absolutamente nada de nada. Porque en Europa, seamos francos, quienes mandan de verdad son los gobiernos patrios y quienes trabajan de verdad (y bastante bien) son los funcionarios. Toda eso de la importancia de los asuntos que se discuten en el Parlamento Europeo y blablabla es monserga pura. Los gobiernos lo necesitan para fingir, con los boletines oficiales, que estamos en una democracia. Pero no engañan a nadie. En los últimos años, los de la crisis, hemos aprendido mucho sobre cómo funciona la Unión Europea: unos pocos deciden (los que tienen el dinero), los demás se amuelan (los que necesitan el dinero). Ni Parlamentos ni hostias.

La segunda. Podría perfectamente asumir que lo anterior es el funcionamiento óptimo para Europa, que es mucho mejor que el Parlamento Europeo siga siendo estrictamente un retiro dorado para elefantes políticos caducos, y por ello ir igualmente a votar. Pero sucede que no lo asumo: el quid de la cuestión. No es el funcionamiento óptimo, quizá lo sea para los banqueros, pero no lo es para nosotros, los de a pie, los de siempre. Desde la Unión Europea se ha avalado las quiebras de bancos al tiempo que se exigían reformas con tal de alcanzar ciertos guarismos económicos, reformas que han ido siempre contra los ciudadanos normales sin que a nadie se le haya caído de la vergüenza ni su iPad ni sus dietas por viajes.

Y tercera. ¿Por qué he de votar a los políticos que aquí, en suelo patrio, despilfarraron el dinero cuando corría cuales ríos de miel en Arcadia? ¿Porque el uno representa al antizapaterismo y la otra el antimachismo, que ya tiene bemoles la calidad de los mensajes que se han dedicado a lanzar al electorado para obtener su voto? ¿Porque el resto de aspirantes entretienen mucho pero, seamos francos, no van a hacer nada distinto de los grandes colosos?

Ya ven que no he tenido en cuenta la idiotez supina (o desvarío irresponsable, si quiero decirlo más calmadamente) de que, absteniéndome, indulto a los corruptos. Madre mía, lo que hay que oír. Algunos parecían prometer mucho, pero qué deprisa la frescura deviene agua de borrajas…