¿Brotes verdes? Con un agujero presupuestario que no deja
de crecer. Con la Intervención General del Estado avisando del deterioro sin
precedentes del saldo fiscal. Vivimos en economía de guerra. O casi. El gasto
público está enloquecido, crece un 30%. Los ingresos se desploman, caen un 20%.
En medio año, el Estado ha gastado el doble de lo que ingresa. El IVA desciende
a los infiernos. Las empresas no tienen beneficios. Los consumidores no consumen.
Tenemos en el mercado la mayor deuda pública de la historia. El Banco de España
ha colocado más de medio billón de euros, con be de barbaridad. En algunas
CCAA, los técnicos confiesan sin pudor que no tienen ya dinero. Hay ayuntamientos
al borde de la quiebra. Muchos servicios públicos quizá sean pronto recortados.
Se aplican recortes drásticos, necesarios, a los presupuestos. La prudencia es casi
desesperada. No siempre la hay.
Nos intoxican con positivas cifras de paro y ocupación.
Pero la realidad no es ese pasado inmediato. El Plan E se desinfla. Se ha
creado menos de la mitad del empleo de junio, cuando ya hubo un 14% menos de
contratos que en 2008. Hay casi cinco millones de demandantes de empleo. Pero a
unos los descuentan por formación. Otros por otra causa estadística. Las cifras
siempre se maquillan. La situación no es la que nos venden. La situación acaso nos
la han de explicar, a los de dentro, los de fuera.
El Gobierno vende innovación. El cambio de modelo
económico. Los recortes en estos proyectos han sido brutales. Los centros
tecnológicos se han quedado tiritando. Los grupos de investigación ven frenadas
en seco sus propuestas y su futuro. Se financia lo inmediato. Nadie, desde las
administraciones, quiere vender en 2010. La apuesta por el desarrollo
tecnológico tendría que servir no para paliar el desastre económico de las
empresas, sino su competitividad futura. En España éramos competitivos
vendiendo pisos e hipotecas. Ahora, ni lo uno, ni lo otro. Los motores de la UE
se alejan más, cada vez más, ya van quedando muy lejos. El modelo seguirá
siendo el mismo. El cambio se ha quedado solamente en las proclamas, en la
propaganda, en los titulares de prensa.
Estamos en un pozo. El sol de verano nos ciega. No vemos lo
que ha de venir. No queremos tampoco verlo. Las medidas de salvación serán poco
electoralistas. Nos enfadaremos. Regurgitaremos bilis y rabia e impotencia.
Alguien ha de respondernos, y sin mentir.
Felices vacaciones (a plazos, claro).