viernes, 13 de mayo de 2022

Entre quirópteros anda el juego

Hay una muy reciente afloración de murciélagos bajo mi tejado. Estos quirópteros andan empeñados en que el patio de mi casa sea particular, no porque se moje al llover (como los demás), sino porque deviene cagarrutero (permítanme omitir qué cae del cielo para que suceda tal despeluzamiento). Es difícil combatir esta letrinización porque los descendientes del conde Drácula son especie protegida y, además, harto beneficiosa, razones por las que no quiero pillarlos al vuelo (cuestión ardua) ni tapar los intersticios por donde se cuelan al sotatejado: mejor barro sus diminutas “lloviznas” y confío en que las hembras dejen de parir y amamantar quiropteritos para regresar a casa solas y borrachas, por ende incapacitadas para cualquier coyunda gloriosa. Desearía atrapar uno, con dulzura y delicadeza, por supuesto, y cantarle las cuarenta: pero, ¿qué se han creído? Han invadido una propiedad privada legítimamente okupada por mí. Que no vengan con ignorancias: el desconocimiento de la ley no exime el cumplimiento. Serán todo lo sintientes que algunos amantes de los bichos quieran, pero más lo siento yo que no puedo espantarlos a escobazos no vaya a ser que, por descuido, arree de más a alguno, lo escogorcie sin querer y me acusen los espiadores pegasinos de ser un maltratador de animales. Y eso que ganas no me faltan. No de lastimar a esos pobres bichos placentarios con alas en las manos, sino a animales de muy distinta calaña: ciertas huestes que vienen infestando de idiotez la vida política desde hace ya tanto tiempo que parece suceder desde la Transición (año 41 A.S.). Han convertido el Estado Peninsular 85% en un monipodio donde todo vale, desde ser inútil de solemnidad hasta quintacolumnista del Baldomero invasor, y tan poco a poco (¿o ha sido a toda máquina sin yo enterarme?) que hemos acabado sigilosamente desgobernados los paganos del IRPF (usted y yo, y el otro) por quien todo debería gobernar cuando no es abucheado o está volando en avión, por eso cobra un sueldo, para acabar siendo gobernados de facto por quienes solo desean el gobierno de sí y para sí mismos, amén de prebendas y compensaciones de BOE y ceneísticas cabezas en bandeja de plata o de guano de quiróptero. Por eso me pregunto: ¿hasta cuándo? ¿Quedará algo sano cuando todos estos hayan desaparecido de nuestra vista? El 85% de tierra seguro que remane, pero ¿algo más? Cuánto empiezo a dudarlo. ¿Lo ven? Estas cosas son las que uno acaba pensando cuando se preocupa de la realidad y no de los murciélagos.