viernes, 18 de marzo de 2016

Tipos de libros

En unas tablas de madera, revestidas de fina cera, escribían los antiguos romanos. Al menos hasta Gladiator, donde los espectadores del circo recibían propaganda en papel. La escritura no era sino marcas efectuadas con unos objetos punzantes llamados estilos. Aquello a lo que se deseaba conceder permanencia era luego copiado con pinceles a rollos de papiro y, de ese modo, la cera de las tablas podía ser empleada más veces. De ahí provienen la estilográfica, el estilete y los estilos. Nuestros actuales libros provienen de los códices, una pila de láminas flexibles (u hojas) unidas en uno de los bordes. 
El problema era que, como bien ilustró el anteriormente aquí citado Umberto Eco en su más popular novela, los rollos se consumían fácilmente en los incendios. Sn embargo, los libros que se confeccionaban con pergamino (cuero de la barriga de los animales) ardían con menor facilidad, tanto por la propia naturaleza del material como por estar compuesto de páginas prensadas entre dos tapas. Los libros y los cuadernos reproducen la forma del códice. La máquina de escribir, el rollo, pero manteniendo la idea del códice, porque un manuscrito mecanografiado (válgame la incoherencia) se podía encuadernar como un códice. Kerouac, de hecho, escribió su obra “En el camino” como un rollo del ancho de una hoja de mecanografía y más de treinta metros de longitud.
Hoy en día, mucha gente lee en libros electrónicos, o ebooks. Y mucha gente, posiblemente cada vez menos, argumenta su amor por los libros clásicos en la sensualidad del dispositivo físico: la rumorosidad de las hojas, el olor de la tinta impresa, la visualización del volumen como un todo concebido en partes. Posiblemente, de esta creciente poesía llamada a posponer, por un reducido tiempo, la prevalencia del nuevo formato electrónico, que guarda idéntica forma organizativa a la de su antagonista impreso, salvo por las propiedades ignífugas de aquel, sea una poesía antes sentimental que realista. Siempre digo que lo realmente crucial en un libro reside en el contenido, así esté publicado en códices, pergaminos, folios A4 o rollo de papel higiénico. Adherir a la experiencia lectora la sensualidad orgánica del cuerpo humano es, vamos a dejarlo claro, elegiaco, pero excesivo. Mejor quisiera yo que cambiasen los contenidos que los continentes. Sigo buscando libros animados, como refería hace unas semanas, y encuentro pocos, pocos y desconocidos (tampoco podía ser de otra manera).