Necesitamos alguien capaz de descubrir los caminos que llevan
a un futuro de esplendor y bienestar. Por eso debemos echar a los actuales mandamases,
tan podridos ellos, tan corruptos ellos, tan escasos de visión ellos. Dispongo
de un programa político perfecto para este país, autonomía o ayuntamiento: todo vale, que mis ideas encajan magistralmente con los distintos niveles del Estado. Y lo hacen porque son promesa
de un cambio radical, intenso, continuado, para lo que necesitará más de cuatro años de legislatura. Tras mi Gobierno, nadie recordará que una
vez nuestro país estuvo varado por la corrupción y el dispendio.
Lo primero, la honradez. Yo la tengo, no como los de
ahora. Y asegurada ésta, el trabajo: mejorar las prestaciones por desempleo y la
I+D, porque solo mediante el impulso de la industria y de la tecnología, sin
olvidar el ladrillo, saldremos del bache. Y como no hay innovación sin
educación, aumentaré los recursos destinados a escolares y universitarios: más
becas, más movilidad, más medios en las aulas, más de todo lo imprescindible
para las generaciones del siglo XXI en un modelo de escuela multilingüe (inglés,
alemán, mandarín, sin olvidarme de las lenguas autonómicas) al que todos
accederán con iguales posibilidades. Y para una armonizada consolidación
social, lucharé contra la pobreza, contra el déficit energético, en favor de la
vivienda y de la cultura. Además, decisión por el emprendimiento. Cualquier ciudadano que quiera montar un
negocio será decididamente apoyado y subvencionado por mi futuro Gobierno. Y
para que no falte de nada, multiplicaré por tres las ayudas destinadas a
dependencia, maternidad, sanidad, seguridad, sostenibilidad y fiscalidad,
luchando enérgicamente contra el fraude y las multinacionales que se llevan los
beneficios a otra parte. Los ricos pagarán más y los pobres menos. Reforzaré el funcionariado y eliminaré lo superfluo de la administración, respetando los recursos que necesitaré para llevar a cabo la ingente labor que me he propuesto.No sé de dónde
sacaré el dinero para cumplir con todas mis promesas, pero seguro que lo encuentro
porque siempre ha corrido en abundancia por los despachos en los últimos veinticinco
años y en mi mandato no será distinto.
¿No les convence? ¿Pero cómo es posible? Todos los
políticos, desde Andalucía a Euskadi, pasando por Extremadura, Madrid o
Barcelona, andan pergeñando formas de decir lo mismo que digo yo, pero sin mi
carisma, ni mis luces, ni mi entendimiento superior de lo que quieren los
ciudadanos de este país.
Y fíjense si creo en mi honradez y lucidez mental, que no
pienso votarme, por fantasmón y mediocre.