Hace año y pico ya, comenté las buenas sensaciones que me
ofrecía Cristina Garmendia como ministra de Ciencia e Innovación. Sus primeras
declaraciones parecían bien orientadas. Eran lógicas las expectativas. En aquel
momento, pensé que con Garmendia se producirían las mejoras que habrían de
lanzarnos a la definitiva vanguardia de la investigación europea. Me equivoqué.
Todo va a cambiar, y a mucho peor. Se venía diciendo en los
mentideros. Se rumoreaba en los ambientes bien informados. El BOE, destripada
su farragosa narrativa y su críptica gobernanza, apuntaba hacia un ministerio
demasiado estático, cosa que en política significa estar acabado. El recorte
previsto en los Presupuestos para 2010 hundió los ánimos. Y finalmente, "Nature",
la más prestigiosa de las revistas científicas, la que más se lee y comenta, ha
sepultado las dudas que aún permanecían latentes con un durísimo editorial.
El Gobierno se excusa en la crisis económica para acabar con
veinte años de esfuerzos en ciencia e innovación. Usted, lector, se preguntará
cómo puede ser tal cosa: un mal año lo tiene cualquiera, y un pequeño frenazo
no debería suponer mayor problema. Pero sí lo supone. La ciencia y la innovación
es el motor que hace progresar a la economía, a las empresas y a los ciudadanos.
Nos hace competitivos, genera empleo y aumenta las capacidades productivas. Es
un factor lento, costoso, necesitado de recursos e impulso continuado: no puede
detenerse. Que sólo el 21% de las empresas españolas invierta en innovación,
según los últimos datos del INE, da justa medida del esfuerzo que supone ser
competitivo. Podríamos dejar que sean otros los que inventen, cosa que acabará
sucediendo si España se aleja de Europa en este asunto, pero nos hundiríamos en
el pozo del retraso, el desempleo y la falta de oportunidades.
Por eso duele tanto que, lejos de promover el tan cacareado
cambio de modelo productivo, el Gobierno decida hundir el presupuesto en
ciencia e innovación hasta las tinieblas. Y la responsable no es otra que Cristina
Garmendia: por su incapacidad a la hora de articular un ministerio operativo, por
su inexperiencia política y por su ridícula entidad dentro del Consejo de
Ministros. Eso sí, se le da muy bien cesar a colaboradores críticos.
Alemania va a recortar el presupuesto en todos
los sectores excepto en Investigación y Educación. Grecia, que es más pobre que
nosotros, también. Garmendia, en cambio, juega a que inventen ellos.