viernes, 4 de abril de 2008

La ciencia del fin del mundo

Menudo alboroto se ha armado con un asunto que parece baladí. Un juez de Hawai ha admitido a trámite una denuncia interpuesta por dos supuestos científicos estadounidenses. La razón: la puesta en marcha del LHC, el mayor colisionador de partículas del mundo, en el CERN, en Ginebra. Dice la demanda que en uno de los experimentos del CERN se intentará crear un mini agujero negro. Y ésa es la clave. El experimento sale mal y el agujero negro comienza a engullirse a la Tierra. O sea, el fin del mundo. Prosaico, ¿verdad?

Pero no se me alarme usted. Un agujero negro no se traga todo lo que hay alrededor. Un agujero negro no es más que un objeto con una densidad tan grande que, a partir de cierta distancia, denominada horizonte de sucesos, nada escapa a su atracción. Ni siquiera la luz. Por eso se dice que es negro, claro.

Un agujero negro es muy denso. Este matiz es importante. Que un cuerpo sea agujero negro o no, viene determinado tanto por su masa como por su tamaño. Un objeto con la masa de la Tierra, cuyo horizonte de sucesos fuese igual o inferior a 9 milímetros, sería un agujero negro. Es decir, un agujero negro con la masa de nuestro planeta, tendría 9 milímetros de radio. En el caso del colisionador de partículas no se pueden conseguir cuerpos de esas masas. Allí se trabaja con partículas subatómicas. Un agujero negro de tan sólo una tonelada (que es una cantidad enorme) tendría un radio miles de millones de veces más pequeño que un núcleo atómico. Un agujero negro de un kilo tendría un radio 1.000 veces aún menor.

Así que la idea de un experimento fallido, creador de un mini agujero negro que se traga a la Tierra, es, por decirlo pronto y fácil, ridícula. Tal vez conforme el mini agujero se fuese desplazando y engullendo vorazmente partículas subatómicas, y luego átomos enteros, podría suponer un peligro. Pero… Dice la teoría, formulada por el archifamoso Stephen Hawking, que un agujero negro minúsculo pierde masa más rápidamente cuanto más pequeño es. O sea, para colmo, el mini agujero negro se desvanece antes de pensar nosotros en decir “kaixo, agujerito”.

Pero voy a jugar a ser apocalíptico. Supongamos que el mini agujero se traga la Tierra. Dice la demanda que acabaría por engullirse al universo entero. Y eso sí que no. El resultado sería un agujero negro con la misma masa que la Tierra, siguiendo la misma órbita que la Tierra. El Sistema Solar no se enteraría del cambio. Tal vez el movimiento lunar, por aquello de las mareas. Pero sin poetas que le canten, la cosa carece de romanticismo.

Como curiosidad, la creación de un mini-agujero negro era lo que conducía a la destrucción de Vieja Tierra en la novela de Dan Simmons, "Hyperion". Esos dos fulanos han resultado ser agudos lectores…