Puede parecer obvio, pero estamos tan acostumbrados
a la abundancia de agua, elemento que cubre el 72% de la superficie del planeta,
que no nos damos cuenta de que solamente una porción muy pequeña es agua dulce.
Nos cuesta advertir el maravilloso regalo que tenemos en este rinconcito del
universo donde vivimos. La presencia permanente de agua líquida es vital para
comprender el origen y la evolución de la vida en la Tierra. Si la posición
de nuestro planeta en el Sistema Solar fuese más cercana o más alejada del Sol,
las condiciones para el desarrollo de la vida serían menos probables. Porque todas
las formas de vida conocidas dependen del agua. Nuestro propio desarrollo
económico, industrial y social está muy vinculado a este elemento. Como
consecuencia de ello, los recursos naturales se han vuelto escasos con la
creciente población mundial y su carencia en algunas regiones habitadas del
planeta es preocupación de muchas organizaciones gubernamentales.
Resulta
paradójico que algo tan imprescindible sea tratado con despilfarro. Parece que
va a estar siempre con nosotros, atendiendo nuestras necesidades y exigencias, por
ser inagotable. Afortunadamente, las cosas van evolucionando mucho. Antes nuestra
inquietud no solía ir más allá de saber si llovía lo suficiente, porque rompe
nuestra comodidad que corten temporalmente el suministro en tiempo de sequía. Afortunadamente,
poco a poco ese proceso llamado concienciación, va calando como si de un
xirimiri beneficioso se tratase. Lo cual es motivo de alegría. Indica que la sociedad,
nuestra sociedad, cada vez interviene con más opinión en el estado de las
cuestiones importantes. Y el agua, la generadora de vida, el elemento sin el
cual nada de lo que conocemos existiría, es una de tales cuestiones. Y conviene
dedicarle tiempo y reflexión a este asunto.
En algunos círculos comienza a
cundir la idea de que, en este siglo XXI, el mundo se enfrentará a una crisis
masiva por el agua. Una crisis con potencial suficiente para ser tan devastadora
como el cambio climático. Aunque, quizá, mucho más silenciosa.